Varias naciones en desarrollo han debatido la idea de financiar la investigación pública con un impuesto o con regalías provenientes de la extracción de recursos naturales como el petróleo, pero solo muy pocos parecen haberlo logrado.
La propuesta de Nigeria en el 2006 para usar los ingresos del petróleo con el fin de conseguir un fondo de US$5 mil millones para ciencia y tecnología parece haberse esfumado. De igual modo en Uganda, donde el presidente anunció en 2010 que quería usar los nuevos hallazgos de petróleo para financiar la ciencia, aún esas regalías no se han empezado a girar.
Y al otro lado del Atlántico, los científicos brasileños que lanzaron una campaña en 2011 para conseguir dinero a partir de algunos yacimientos recientemente encontrados y usarlos como fondos para la investigación, no lograron su objetivo.
Sin embargo, durante siete años las regalías de yacimientos antiguos de Brasil proveyeron casi la mitad del dinero del Fondo Nacional para el Desarrollo Científico y Tecnológico. Luego de un cambio en la ley, a partir de este año, estas regalías se destinan a educación y a salud, recortando así los fondos para los proyectos de investigación científica.
Ahora, dice Helena Nader, presidente de la Sociedad Brasileña para el Progreso de la Ciencia, “el fondo recibirá cero [reales] del petróleo”.
Nader informa a SciDev.Net que el gobierno está tomando el “curso equivocado” al tratar de solucionar los actuales problemas sociales y olvidando planear para los próximos 30 años. Dice que esto es “peligroso”.
Ella lidera una campaña que compromete a más de cien sociedades de ciencia que busca convencer a los políticos nacionales que destinen el diez por ciento de las regalías de petróleo a la investigación científica y tecnológica.
“Estoy luchando para reformar la ley”, dice Nader.
El ejemplo colombiano
En el vecino país de Colombia, que en 2011 aprobó la ley que le asigna el diez por ciento de las regalías mineras y de petróleo a la inversión en investigación de ciencia, tecnología e innovación (CTI), el proceso ha continuado, pero con ciertos problemas.
En total, el Departamento Nacional de CTI, Colciencias, entidad que administra el fondo, ha recibido 580 propuestas de proyectos, pero el Órgano Colegiado de Administración y Decisión (OCAD), representado por miembros de los gobiernos regional y central, así como de académicos, solo ha aprobado un poco más de 200. Uno de los criterios de selección tiene que ver con la resolución de las Necesidades Básicas Insatisfechas, NBI.
Edwin Ramírez, del Departamento Nacional de Planeación, entidad que maneja la inversión pública, informa a SciDev.Net que la ley significa –en principio– una inversión extra de US$425 millones al año para CTI.
“Esto representa una inyección de nuevos recursos para el sistema de CTI equivalente a casi el 50 por ciento de la inversión pública en actividades de ciencia, tecnología e innovación”, dice.
Lo anterior significa que el porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB) dedicado al sector subirá de 0.45 por ciento en 2012 a 0.6 por ciento en 2013. “Podría ser aún más si consideramos que muchos de estos proyectos aprobados también están invirtiendo dineros propios”, subraya.
De acuerdo con Ramírez, gracias a estos fondos muchos gobiernos departamentales podrán, por primera vez, invertir en CTI.
Pero las demoras que se han presentado y las cifras del gobierno demuestran que solo un poco más de la mitad de las asignaciones aprobadas para 2012 —el primer año de financiamiento— se han entregado a las gobernaciones.
Los primeros giros empezaron a llegar a las gobernaciones a finales de 2013, en algunos casos un año después de que el OCAD los había aprobado, de acuerdo con estadísticas gubernamentales.
En total, alrededor de US$303 millones de los recursos provenientes de las regalías de 2012 y 2013 destinadas a proyectos de ciencia e innovación aún esperan aprobación del OCAD.
Y no todos están de acuerdo con la fórmula de asignar los recursos según las NBI de las diferentes regiones.
“La manera como se distribuyen y el proceso de asignar los fondos es absurdo”, dice Francisco Piedrahita, rector de la Universidad ICESI, en Cali, Colombia.
Por su parte Moisés Wasserman, ex rector de la Universidad Nacional de Colombia, añade: “No conozco ningún lugar en el mundo que construya su plan de CTI basado en este tipo de necesidades”.
Wasserman dice que al introducir este procedimiento para aprobar los fondos de las regalías mineras se ha creado un proceso paralelo al usado por tanto tiempo en el Sistema Nacional de CTI. Esto ha politizado el sistema de financiación de la investigación, afectando la gobernabilidad del sector, dice.
“Las regalías han sido fragmentadas y negociadas”, dice Hernán Jaramillo, decano de la facultad de economía de la Universidad del Rosario. Culpa a Colciencias de influir políticamente y de no tener un pensamiento, políticas, ni instrumentos científicos de mediano y largo plazos.